Perdona, Magnolia,
que floreces caprichosa y vives a tu gusto,
cuando tu llanto provoco cortándote las flores.
Enorme y frondosa,
con tus grandes hojas a tus hijos proteges;
amargas a quien hace té y de conocerte lo bebe.
Con los años no entendiste
que de tus enfados y temores
tus flores
marchitan.
Vives deseando ser el árbol más hermoso
del jardín donde solo tú existes,
temerosa de cualquier rosal,
celas a tu jardinero.
En la vida prometiste
cuando en tu suelo me plante he de sufrir,
y a Dios ruegas mejor lluvia a mi llegue,
menos plagas en mí coman,
y mejor jardinero me sea justo.
Porque brote de tu tallo soy,
caprichoso y altanero,
abonado y aumentado.
Perdono, Magnolia,
tu locura que yo mismo llevo dentro,
que botones de tus flores cargo en mi corazón;
consiente soy que cuando abran
el loco seré yo,
y también yo
seré quien mi llanto provoque cortándome las flores.
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