Todas las noches en mis plegarias pido despertar al día siguiente y ya no quererte.
Hoy, cuando el sol se levantó e hizo amanecer,
me di cuenta que mis plegarias fueron escuchadas;
ya no te quiero.
Es liberador.
No era quitarse un peso de encima,
era cargar levedad.
Cambiar penas por plumas.
No abandonar la carga, sino negociarla.
Y fue una decisión.
Debo agradecer a quien quiera que me dio el valor de decidir.
Ya no te quiero;
querer es encierro,
(en cambio)
amar es echarse al vuelo.
Me eché a volar.
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