Hace un tiempo que no escribía.
Hace un tiempo que no paseaba por aquí.
Me contenía.
Me negaba.
Pretextos.
Todo por evitar enamorarme.
Creí que escribir cursilerías era de gente inmadura.
Emocionalmente inestable.
Pero me he acostumbrado tanto a ti que he tenido que redefinir mi concepto de estabilidad.
La gente habla, mira.
Los he oído hablar.
Los he visto observarme.
Se dan cuenta.
Sus palabras están casi llenas de lástima o rebosantes de enternecimiento.
Sus miradas son inquisitivas o llenas de claridad.
Unas que otras son casi hostiles.
Hoy,
cuando dio media noche en el reloj sobre la vitrina,
el empolvado cucú de mi pecho abrió la puerta
y mi corazón salió a escribirte.
Que hable el que mire
y que te diga que estoy enamorado.
Eso sólo yo lo sé.
Y si de algo sé mucho,
es de los suspiros que ahogué,
las notas que callé,
los borradores que terminaron en la basura,
el miedo,
las señales divinas que me decían que no lo intentara detener,
las sonrisas estúpidas que abofeteé de mi rostro,
las madrugadas que no me desvelé,
las ilusiones que quemé,
los sueños perfectos que convertí en insomnio,
la sensación de flotar que amarré con un ancla a mi sótano,
el insecticida que tragué para matar las mariposas...
Todo por evitar enamorarme.
La gente se pregunta si estoy enamorado.
Yo también me lo pregunto.
Y también lo hago por evitar enamorarme.
Todo esto en ese pequeño corazoncito , en ese pequeño niño ?
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