Esta noche, una vez más,
eres la razón por la que me siento en el piso, recargado en mi cama,
enciendo la lámpara y miro mi sombra en la zalea.
Miro al techo y cierro los ojos.
Cuando vas a abrir tú los tuyos?
Dime que abrirás tus ojos.
Me abrazo las piernas,
como si así evitara alguien más hiciera doler mi pecho.
Dime que abrirás los ojos.
Ábrelos por cada vez que me he sentado en el piso junto a mi cama y pensado en ti, como si no fuera suficiente con el resto del día.
Recuerdo cuando todo era más simple.
La única duda por las noches era si algún monstruo saldría por debajo de mi cama; sin saber que guardaba un monstruo en mi interior.
Ábrelos por todas las veces que la gente ha señalado a mi monstruo.
Ábrelos por cada violín que me ha erizado la nuca con su sonido.
Ábrelos por cada escena de película que he imaginado contigo.
Ábrelos por cada nota que te he escrito y por la canción que me pediste te escribiera.
Ábrelos por el resto de canciones que te escribí sin que lo pidieras.
Ábrelos por las gastadas cuerdas de mi guitarra y por las despostilladas teclas de mi piano.
Ábrelos por el óleo que inspiraste.
Ábrelos por todas las veces que mis labios sedientos dejaste.
Abre tus ojos y mira en los míos.
Míralos dilatarse y llorar ríos.
Abre tus ojos, que yo veré en los tuyos,
si no te doblo el alma en cientos de besos y murmullos,
entonces, puedes volver a cerrarlos.
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