Las casualidades con causalidades en un plan que nadie sabía que estaba siguiendo...
Son las 11:30 y estoy escribiendo ésto imaginando tu cara cuando lo leas.
Escribirte parece ser el siguiente paso en ese plan que en realidad no sé que estoy siguiendo.
Lo que sí sé es que sigo, y sigues, y todos seguimos.
¿Porqué razón nuestras líneas rectas y finitas, que seguimos sin saber, se encontraron?
Por causalidad.
Por causa de esas decisiones que en su momento nos dio miedo tomar;
como la tuya de dejar tu casa,
como la mía de dejar mis sueños.
Por causa de insignificancias fuera de nuestras manos;
como cuando respondiste bien,
como cuando le atiné a la respuesta correcta.
Hace días me dijiste que soy tu mejor amigo.
El corazón me dio un respingo.
Por lo general soy yo el que dice (o decía) eso a las demás personas,
nunca al revés.
Así, en retrospectiva, me dí cuenta de que eres mi Dani.
La otro yo de una dimensión exactamente homóloga a la mía.
La Dani a la que corro llorando cuando me hago daño.
La Dani a la que apuntan todas las direcciones cuando no sé a dónde ir.
La Dani que me deshace el nudo en la garganta.
La Dani que me hace ser especial y no solo sentirme especial.
La Dani con la que divago.
La Dani que dibuja con sus dedos en mi espalda; no hay cosa que adore más.
La Dani que lleva año y medio preguntándome si estudio medicina.
La Dani que se emociona conmigo y de mi.
La Dani que ahora quiero demasiado.
La Dani. Sólo Dani.
Mi mejor amiga.
Mi ignorancia está en el plan que no sabía que estaba siguiendo.
Ahora sé que no me arrepiento,
y no cambiaría nada.
Por eso no es una casualidad habernos conocido; es una causalidad,
y esa causalidad, es mi casualidad favorita.
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