martes, 7 de mayo de 2013

Sobre el lado correcto de la cama.

Soy de las personas que cambian el lado de la cama en que duermen.

Si he tenido un mal día.
Si hace más frío del que puedo soportar.
Si tengo miedo.
Si me han desilusionado o si yo solo me rompí la ilusión.

Siempre hay un lado adecuado de la cama.

Para reconfortarme jalo las cobijas hasta mi cuello y las almohadas hasta debajo de él.

Imagino que alguien más me abraza por detrás, me besa la coronilla, recuesta su cabeza sobre la mía y me calienta en sus brazos.
Sólo así logro quedarme dormido.

Y eso es del lado izquierdo de la cama.

Pero si fuera el derecho:
Para reconfortarme jalo las cobijas hasta debajo de mis brazos y abrazo las almohadas a un costado mío.

Imagino que me recuesto sobre el pecho de alguien más, y que me abraza de ese lado.
Que el vaivén de arriba a abajo me arrulla.
Que el latir de su corazón marca el compás que cantaré en sueños y que el sonido de su respiración son las olas del mar; como escuchar en una caracola, pero mucho más tibio y mullido.
Sólo así puedo descansar.

Algún día hojearás entre todas estas cosas,
y algunas palabras te harán eco.

Y tal vez tengas un mal día.
Tal vez haga más frío del que yo pudiera soportar.
Tal vez tengas miedo.
Tal vez te habrán desilusionado, o tu sombra te habrá roto el corazón.

Y te recostarás en mi lado de la cama.

Desearás haber sido los brazos que me calentaran desde detrás o el pecho que arrullara mis sueños.

Y eligirás un lado de la cama también.

Y uno te permitirá dormir.

Y el otro descansar.


No hay comentarios.:

Publicar un comentario