viernes, 10 de mayo de 2013

Me gustas

Me gustas.
Me gusta el chocolate también.
Y la crema batida y los frutos rojos.
Igual y podrías no gustarme mañana.

Y aunque el chocolate, la crema batida y los frutos rojos 
los tenga prohibidos por hoy,
no por eso me dejarán de gustar.
Yo y mis ganas de lo prohibido.
Lo más probable es que me gustes por buen rato.

No me atrevo a decir que me gustas como me gusta cantar.
Porque de cantar estoy enamorado, y yo de ti no me quisiera enamorar.
Enamorarme sería peligroso.
Y, ¿cuando no lo ha sido?

Dices ser, y dicen que eres, 
todo lo que un día me juré no buscaría;
evitaría, odiaría.
Pero es que no se cuando dices la verdad o cuando estás alardeando.
¿Acaso intentas impresionarme?

A tí no sé si creerte,
A la gente nunca le creería.

¿Crees que busco alguien intrépido y aventurero que le traiga emoción y desenfreno a mi apenas atisbo de vida?
¿Crees que soy un rebelde que no cree en los cuentos de hadas ni el príncipe azul?
¿Crees que soy como tú?

O, ¿es que me escondes esa parte de ti, tan poco ventilada y vista por el sol que ni tu mismo recuerdas donde la tienes?
¿Es que alguien te lastimó y la escondiste para que nade pudiera hacerle daño?
¿Sobre todo, tú mismo?

Tal vez, no soy el único al que le escodes algo.

Temo que al escribirte todo se vaya a la mierda,
Como se han ido a la mierda todos a quienes he escrito antes.

Tal vez lo leas.
Sí. ¡No lo dudes!
Estoy refiriéndome a ti.
Comparándote con mi gusto por el chocolate y temiéndome de me gustes como cantar.

Mejor sería me gustaras como leer.
Así tal vez me gustes como mi libro favorito, o como el que nunca terminé.

Espero te guste cuando leas esto.
Espero te guste lo que leas.

O cuando lo escuches.
Porque si no has de leerlo tal vez te lo lea una morena indiscreta una tarde calurosa, entre libros y los árboles que se mecen.

O tal vez te lo lea una joven de lentes y cabellos negros, sentados en una banca, rodeados de azulejos fríos.

Por lo pronto,
si tu juegas, 
jugaré al ingenuo e inocente.
A que no sé qué hay detrás de tus habladurías y preguntas indiscretas.

Sería mejor olvidarte.
Por mi propio bien.
Sería mejor no esperar que cambies;
nunca lo harás.

Ahora es inevitable.
Me gustas.
Como si lo hicieras de nuevo, pero de de una forma mucho más peligrosa...
Me gustas.


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