Mi monstruo otra vez se retuerce...
En dolor que más que doler quema,
como serpiente que muerde pero no envenena.
No, no es su culpa; es la mía...
El solo pecó de felicidad...
Pecó de quererte.
Sólo dime que sientes lo mismo.
Dímelo un poco, pero un poco muy rebuscado.
Dilo apasionado, pero sé delicado.
Susurralo a mi oído, pero gritalo a la gente.
Dime que no puedes sacarme de tu mente.
Di que me suspiras cada que te falta el aliento.
Di que tienes hambre y que yo soy tu alimento.
Di que me sueñas y que perturbo tus noches.
Di que me quieres, dilo sin reproches.
Sólo dime que sientes lo mismo, pero dime que sientes aún más.
Que no lo sepa porque lo que me digas, sino por lo que me hagas.
Y que cuando ya lo sepa,
esté ansioso de saber lo que callas. Porque si lo que dices me erice la piel
y lo que hagas caliente mi pecho,
será lo que calles lo que daré por echo.
Y en la noche, con la luna como testigo, en carne comprobaremos que me amas; entonces, gustoso pagaré el castigo
de consumirnos juntos, en un beso en llamas.
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