sábado, 11 de mayo de 2013

Reclamo a un ser sin escrúpulos: coger, tomar y arrebatar.

¡Hola!
Siéntate, quiero hablar contigo.
Insisto, siéntate, podrías caer de la impresión.
Siéntate conmigo.

Te hablaré de la diferencia entre coger, tomar y arrebatar: eres una mierda.

Eso mismo,
una sucia y promiscua mierda.
Esa es la diferencia.

Tenía un tiempo guardándomelo, pero es por tu propio bien... Y el mío.

¿Yo?, ¿Ardido?
¡Claro que estoy ardido!
¡De puta madre que estoy ardido!
No, no, espera...
No ardo, ¡quemo!
¡Me quemo!

Acércate, no muerdo.
Hasta donde sé, el único aquí que necesita un bozal eres tú.

¿Cuántos mordiste anoche?
¿Cuántas mordiste?
¿Cuántos cuellos?
¿Cuántas bocas?
¿Cinco?, ¿Seis?, ¿Siete?
¿A caso perdiste la cuenta?

La verdad, ¡qué suerte tienes!
¡Qué cómodo!
Te envidio.
Como si todo fuera tan sencillo:
Levantarse por la mañana y dejar la cama llena de carne.
Meterse a bañar para limpiarse la pena y esperar a la noche para atragantarse otra vez.

Si alguna vez sentí algo por ti,
has perdido el encanto.
No quisiera salir con propiedad pública o ser uno más en la amnesia de tu cama.

Por eso te vengo a hablar de la diferencia.
Porque tomar, coger y arrebatar son lo que mejor sabes hacer.

¡Y no sulfures!
Produce impotencia...
No quisiera arruinar tu récord, semental.

Sólo recuerda que:
Si se trata de tomar, coger y arrebatar,
Se puede tomar hasta embriagarse,
y se puede tomar de la mano.
Se puede coger a diario,
y se pueden coger males también.
Pero, sobre todo,
puedes arrebatar y salirte,
pero también puedes arrebatar el corazón.

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