jueves, 9 de mayo de 2013
Nieve
Te extraño.
A estas alturas, extrañar y morir es lo mismo.
No puedo evitarlo, nadie puede evitar morir.
Te extraño como hace 15 años que no nieva aquí.
Y tú y yo sabemos cuánto amo la nieve:
cuando cae,
cuando se compacta bajo nuestros pies,
cuando sabe a café,
cuando sabe al beso que no nos dimos.
Cada año pido que nieve
para que con la nieve vuelvas;
con ella, tan blanca que cega,
como tu mirada;
tan perfecta e impoluta como tu piel,
como cada copo que es cada uno de tus poros,
hasta que cae al suelo y se derrite,
hasta que te vas.
Y es que nevar es acción y efecto de:
"Abrázame y caliéntame en tus brazos"
Pero no ha nevado.
Pero no haz vuelto.
Y a mí que me hace falta calor.
Tendría que resignarme y esperar.
O irme de aquí, más al norte, donde sí cae nieve.
Pero al norte tú estarías aún más lejos...
Así que no lo voy a hacer.
Me quedaré.
Y el frio que cala,
y la nieve que no cae,
me recordarán tu ausencia,
como ese el de la puerta de al lado que me recuerda tanto a tí.
Esperaré a la nieve; te esperaré.
De todas formas desear por nieve un año más,
no está de más.
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario